Stephen Mihailides, Roslyn Galligan y Glen Bates
Los principios de la teoría de la psicopatía (Bates et al.), definidos en el marco de la psicología evolutiva, se pusieron a prueba en una inducción experimental diseñada para despertar la amenaza de supervivencia. La incursión territorial, que provoca la amenaza de supervivencia, dentro de la hipótesis del vector direccional, postula que el afecto psicopático se despierta, direccionalmente, delimitado por una zona en cuarentena. La teoría también postula que el procesamiento del afecto de rango normal, que ocurre fuera de la zona en cuarentena, se ve relativamente poco afectado por la cognición psicopática. Las hipótesis de que i) el aumento de la división simbólica aumentaría las divisiones en las dimensiones socioculturales, sexuales, afectivas y espirituales entre los miembros de la propia comunidad y los demás invasores, que ii) se produciría la cosificación de modo que los demás invasores se imbuirían de afecto del rango psicopático; y iii) que prevalecería la exclusividad mutua de modo que la coexistencia parecería imposible pero, en cambio, los demás invasores serían depuestos, dominados y destruidos, recibieron un fuerte apoyo. En consonancia con las predicciones de la hipótesis de la psicopatía de estado, la inducción experimental dio lugar a elevaciones de los niveles de psicopatía de estado medidos por las puntuaciones totales de psicopatía triárquica. Las subescalas de desinhibición y mezquindad, pero no la de audacia, evidenciaron aumentos significativos en los niveles después de la inducción. La implicación de los resultados es que la empatía y la psicopatía no son mutuamente excluyentes. Se discuten las perspectivas de desarrollo y tratamiento a la luz de los hallazgos, resumidos como autopoiética de genocidio característico de ignición gemela y sofocación.