Jorming Goh, Christina Pettan-Brewer, Linda Enns, Sy Fatemie y Warren Ladiges
El cáncer de mama es actualmente la principal causa de mortalidad por cáncer entre las mujeres en todo el mundo, y más de 40.000 mujeres estadounidenses mueren por esta enfermedad cada año. Aunque estas estadísticas son desalentadoras, numerosos estudios epidemiológicos generalmente respaldan un efecto protector de la actividad física para el cáncer de mama. Los datos animales que utilizan carreras voluntarias en rueda y modelos de cáncer invasivo coinciden con los datos epidemiológicos humanos que sugieren que el ejercicio físico tiene efectos antitumorales y puede estar asociado con un aumento de las especies reactivas de oxígeno (ROS). La producción elevada de ROS mitocondriales (mtROS) también se asocia con la promoción de la progresión tumoral, y se ha demostrado que la atenuación del estrés oxidativo con un antioxidante dirigido a las mitocondrias reduce la carga tumoral y la metástasis en un modelo murino de cáncer de mama invasivo. Sin embargo, si un efecto antitumoral de correr se asocia con un aumento de ROS, entonces existe una posible paradoja en el sentido de que cualquier actividad antioxidante dirigida a las mitocondrias podría mitigar las ROS y prevenir los efectos antitumorales. Existen varios escenarios mecanísticos que involucran el microambiente tumoral y los macrófagos asociados al tumor donde el ejercicio y los antioxidantes pueden ser compatibles, lo que sugiere que la actividad física y los antioxidantes mitocondriales podrían ser complementarios y/o sinérgicos en la supresión del cáncer de mama invasivo al prevenir o revertir el microambiente de células protumorales y mejorar un microambiente antitumoral. La investigación del estrés oxidativo en el microambiente tumoral es un área altamente relevante para comprender no solo la biología del cáncer, sino también los mecanismos a través de los cuales la actividad física regular media los cambios en el tejido normal durante la tumorogénesis y la metástasis. Se están desarrollando varios compuestos antioxidantes que se dirigen a las mitocondrias, como los péptidos de Szeto-Schiller (SS) y los compuestos mitoQ, que podrían probarse fácilmente en estudios preclínicos para determinar su compatibilidad con el entrenamiento físico en el tratamiento y la posible prevención del cáncer de mama invasivo.