Aramesh Shahbazi y Behnam Rezaei Nasab*
Desde el comienzo de la Revolución Industrial, los gases de efecto invernadero que se generan por la quema de combustibles fósiles y la tala extensiva de bosques han contribuido a aumentar la concentración atmosférica de dióxido de carbono y, recientemente, se ha estimado que, si las emisiones de gases de efecto invernadero continúan al ritmo actual, la temperatura de la superficie de la Tierra podría superar los valores históricos lo antes posible, con efectos casi nocivos para los ecosistemas, la biodiversidad y las condiciones de vida de las personas en todo el mundo. Por lo tanto, el clima global es quizás el problema ambiental más desafiante que el mundo enfrentará en el futuro. Para disminuir el crecimiento de los gases de efecto invernadero y sus consecuencias, será necesario un conjunto de políticas de limitación de CO2. La tecnología de captura y almacenamiento de carbono (CCS) es una de las tecnologías más importantes en todo el mundo y se considera una de las opciones para reducir el gas de CO2 y disminuir el calentamiento global , aunque algunos aspectos de su uso, especialmente los relacionados con las cuestiones regulatorias sobre este aspecto, deberían ser más considerados por los Estados de todo el mundo. En este artículo, analizaremos los impactos de la aplicación de CCS en la reducción de la contaminación del aire y el calentamiento global y también examinaremos los efectos secundarios de esta tecnología en el contexto del derecho ambiental internacional.