Ishaya Sini Tekki, Chika Nwosu y Philip Ademola Okewole
La rabia es una de las zoonosis virales más antiguas que se conocen y sigue representando un grave peligro para la salud pública, especialmente en los países en desarrollo. Es la principal enfermedad viral que afecta a los seres humanos que viven en los trópicos, pero es enzoótica en todo el mundo. Aunque es cien por ciento prevenible, se calcula que causa 55.000 muertes al año como mínimo, porque en la mayoría de los países en desarrollo no se dispone de terapias y medidas preventivas adecuadas. La exposición a perros rabiosos es responsable de aproximadamente el 90% de los casos de rabia humana notificados en el mundo cada año. El control, la prevención y la erradicación eficaces de la rabia en el hombre y los animales sólo pueden lograrse mediante la inmunización. A pesar de los esfuerzos concertados para desarrollar y producir vacunas antirrábicas para proteger al hombre y a los animales contra la rabia desde 1919 en Nigeria, el logro de un control y una prevención eficaces de la enfermedad mediante la vacunación se ve obstaculizado en gran medida por la falta o la deficiencia de la tecnología moderna y de las instalaciones necesarias para el desarrollo y la producción de vacunas seguras y eficaces. El alto costo de desarrollo y producción, el suministro deficiente de energía eléctrica, la deficiente implementación de políticas por parte de los gobiernos, la pobreza y la falta de concienciación son otras de las principales limitaciones que enfrenta la vacunación antirrábica en los países en desarrollo, incluida Nigeria. Los recientes avances en las tecnologías de cultivo de tejidos, ingeniería genética y química de péptidos han hecho posible el diseño y la producción de grandes cantidades de antígenos puros. Se trata de una perspectiva de gran alcance para el desarrollo y la producción de vacunas que salven vidas para humanos y animales. Este enfoque apunta al desarrollo y la producción de vacunas antirrábicas seguras, efectivas, potentes y económicas con una vida útil más larga, una mayor cantidad en términos de volumen de vacunas producidas y un calendario de inmunización más corto que el enfoque de ensayo y error mediante el cual se desarrollaban, producían y utilizaban las vacunas en el pasado.