Andrey Emanuilov Manov*, Ashan Thomas Hatharasinghe y Katrina Equinox López
La diabetes mellitus tipo 2 (DM2) está aumentando en incidencia en Estados Unidos y en todo el mundo, debido principalmente a la creciente epidemia de obesidad, que afecta a alrededor del 40 % de los adultos en Estados Unidos. Dos son los defectos principales de la enfermedad: la resistencia a la insulina, que se establece entre 4 y 7 años antes de que se diagnostique la DM tipo 2, y la mayor resistencia a la deficiencia de insulina. Después del diagnóstico de DM tipo 2, la resistencia a la insulina suele permanecer constante mientras progresa la deficiencia de insulina, lo que hace necesaria la intensificación de la terapia y, finalmente, la necesidad de insulina. Inicialmente, la insulina se inicia normalmente como basal y, finalmente, a medida que progresa la DM tipo 2, añadimos insulina de acción rápida en bolo a las comidas principales (régimen basal más BP) y, finalmente, a cada comida (régimen basal-bolo/BB/insulina). Esta intensificación de la terapia suele ser capaz de controlar la DM tipo 2, pero conduce a un aumento de peso significativo de 3 a 4 kg con riesgo de hipoglucemia.