Rashid A. Chotani
El nuevo coronavirus, SARS-CoV-2, se propaga por Estados Unidos y ha traído consigo un desastre económico sin precedentes. Según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, 20,5 millones de estadounidenses perdieron su empleo en abril, lo que elevó la tasa de desempleo al 14,7%, la más alta desde la Gran Depresión; la tasa ha disminuido, pero sigue siendo muy alta, por encima del 11%. No sorprende, entonces, que la nación esté ansiosa por volver a las estrictas medidas de distanciamiento social que se pusieron en marcha para minimizar la propagación de la enfermedad y su consiguiente morbilidad, pero que también tuvieron un efecto paralizante en la economía. Sin embargo, con más de 4 millones de casos y muertes que pronto superarán las 150.000; sin cura y/o profilaxis, el único regreso seguro a la normalidad dependerá enteramente de la disponibilidad generalizada de una prueba confiable para detectar a las personas que son infecciosas. Una prueba diagnóstica de este tipo podría formar la base de un programa de contención dirigida DTECT, un acrónimo que refleja los diferentes componentes de este programa: 1. Detección (D) : identificación de un individuo infeccioso (la fuente del virus) mediante pruebas y mediante metodologías de vigilancia tradicionales y no tradicionales; 2. Seguimiento de la exposición (TE) : una vez identificados, será necesario rastrear a los individuos infecciosos para ver si han mantenido una cuarentena adecuada o se han expuesto a otros individuos. 3. Rastreo de contactos (CT) : identificar y realizar pruebas a todos los individuos que han estado expuestos a la fuente. Esto se hace entrevistando a la fuente y se basa en su recuerdo. La alta tasa de portadores asintomáticos de este virus (en algún lugar entre el 20 y el 40%) hace que la detección basada o dirigida por la presentación clínica sea muy poco confiable y subraya aún más la importancia de tener en marcha un régimen de pruebas eficaz antes de hacer la transición de la cuarentena masiva a la contención dirigida. En este artículo se examina cómo la implementación de estas estrategias puede contener el virus hasta un punto que permita controlar la COVID-19 y reiniciar la economía hasta que se disponga de una terapia efectiva y/o una vacuna segura y eficaz.