Yajun Gu, Bumei Zhang, Hongwei Fu, Yichao Wang y Yunde Liu
El tratamiento oncológico reciente se ha asociado con complicaciones cardiovasculares, como hipertensión, alteraciones metabólicas, trombosis, arritmia e incluso muerte cardíaca. Se requiere una atención cuidadosa a la evaluación cardíaca detallada para optimizar el tratamiento anticanceroso y prevenir la insuficiencia cardíaca de los pacientes sometidos a quimiorradioterapia. Los biomarcadores cardiovasculares clásicos como ANP, BNP, ProANP, NT-ProBNP, hsTnI, hsTnT, adropina, copeptina y ET-1 son indicativos de efectos tóxicos en pacientes con cáncer con radioterapia, quimioterapia y tratamiento neoadyuvante. Recientemente, los miRNA (es decir, miR-29, miR-146, miR-208 y miR-216) en la sangre periférica o los miRNA derivados de exosomas son atractivos como nuevos biomarcadores para la cardiotoxicidad inducida por fármacos debido a su secuencia altamente conservada y estabilidad en los fluidos corporales. El tratamiento contra el cáncer podría conducir a aumentos detectables de microARN en ausencia de biomarcadores cardíacos tradicionales o remodelación cardíaca. Los biomarcadores cardiovasculares circulantes permiten detectar de forma más temprana la cardiotoxicidad de los tratamientos contra el cáncer, antes de que se produzcan daños irreversibles. Una mayor comprensión de los posibles roles y mecanismos puede ayudar a revelar la interacción entre la terapia contra el cáncer y los problemas cardíacos.