Renato de Castro
La Cuarta Revolución Industrial ya había llamado a nuestras puertas mucho antes de la nueva pandemia. Aunque la tecnología ya había empezado a empoderar a los ciudadanos y a potenciar significativamente el protagonismo de nuestras ciudades, la verdadera transformación esta vez no es la tecnología en sí, sino la velocidad con la que se están produciendo los cambios. Estamos a las puertas de una nueva revolución. Si, por un lado, esta revolución la estaba poniendo en marcha la digitalización del mundo y la conectividad, que eliminaba fronteras y estimulaba el intercambio de ideas, por otro lado, estamos asistiendo al comienzo de un nuevo orden mundial: la localización. Una forma rápida y sencilla de definir la localización sería decir que es literalmente lo opuesto a la globalización. Sin embargo, así explicada, la localización suena más a movimiento de ONG contra el capitalismo, o a movimientos separatistas radicales, cuando en realidad está muy lejos de eso. A pesar de ser una tendencia que había ganado fuerza durante la última década, especialmente en Europa tras la crisis de 2008, pocas fueron las veces en las que vi que se defendiera didácticamente el término “localización” en el contexto de la economía global. Las generaciones Y (nacidos entre 1982 y 1994) y Z (nacidos entre 1995 y 2010), especialmente esta última, también conocida como post-millennials o centennials, ya mostraban una preferencia natural por la localización en sus estilos de vida y hábitos de consumo.
Según un estudio Millennials & Centennials New Kids on the Block del Bank of America Merrill Lynch, actualmente hay 2.000 millones de millennials y 2.400 millones de centennials en todo el mundo, lo que representa el 27% y el 37% de la población mundial, respectivamente. Esto significa que estos grupos en conjunto constituyen la mayoría de la población del planeta y su poder adquisitivo tiene una influencia directa en la economía global. A medida que estas generaciones más jóvenes toman la iniciativa, los principales elementos para una ecuación de la nueva economía mundial están bien definidos. Estos son: la inteligencia artificial; el Internet de las cosas; y todas las hipertecnologías que forman parte de la Cuarta Revolución Industrial. Sin embargo, al mismo tiempo, todavía nos enfrentamos a grandes deficiencias del modelo de globalización “tradicional”, como la alta concentración de la producción en un pequeño número de países, el consumo desordenado y las crecientes amenazas ambientales. La crisis mundial provocada por el COVID-19 terminó siendo el catalizador que faltaba para acelerar el ritmo de cambio. Bienvenidos al nuevo mundo de la Economía Km 4.Cero, un nuevo paradigma que combina tendencias económicas superlocales con hipertecnología, y que puede ayudarnos a recuperarnos, o al menos mitigar, los efectos económicos de la pandemia.