Mauro Prato y Giuliana Giribaldi
La malaria es una de las enfermedades parasitarias más comunes en el mundo, que causa más de un millón de muertes al año. Afecta principalmente a niños menores de 5 años y mujeres embarazadas y puede ser mortal. El más virulento de los parásitos de la malaria humana es el Plasmodium falciparum (Pf), que es responsable de la mayor parte de la morbilidad y mortalidad relacionadas con la malaria. Los síntomas de la malaria no complicada incluyen fiebre, dolor de cabeza y vómitos, mientras que las principales complicaciones de la malaria grave incluyen malaria cerebral (CM), edema pulmonar, insuficiencia renal aguda o anemia grave. Se caracteriza por la unión de glóbulos rojos infectados (IRBC) al endotelio vascular (citoadherencia) y a eritrocitos no infectados (formación de rosetas). La acumulación de IRBC y glóbulos rojos no infectados genera una reducción en el flujo sanguíneo de la microvasculatura, lo que resulta en hipoxia y necrosis tisular.