Stacey J. Bell y Crystal MacGregor
Contexto: Las sociedades occidentales obtienen la mayor parte de sus proteínas de origen animal. La carne roja, en particular, se ha asociado en la literatura con un aumento de las enfermedades cardiovasculares, la diabetes mellitus tipo 2 y el cáncer. También se la culpa en la literatura de tener efectos ambientales adversos.
Objetivo: Cambiar a las personas a una dieta basada en proteínas 100% vegetales es improbable y, de hecho, esa solución tiene sus propias implicaciones para la salud.
Diseño: El artículo explora la literatura que apoya la inclusión de una comida proteica de origen vegetal al día en la dieta. En primer lugar, aportamos pruebas de por qué consumir demasiada proteína animal puede ser perjudicial para los seres humanos y el medio ambiente. En segundo lugar, se hace una revisión de los posibles riesgos de consumir toda la proteína de la dieta de origen vegetal. En tercer lugar, planteamos un enfoque híbrido para incluir ambos tipos de fuentes de proteína de la dieta (animal y vegetal), y sugerimos que un polvo de proteína de origen vegetal utilizado en un batido ayuda a lograr ese objetivo. Este enfoque factible es una forma de mitigar los impactos tanto en la salud como en el medio ambiente.
Resultados: Las personas deciden qué comida incluirá una fuente de proteína vegetal en lugar de una proteína animal. Algunos ejemplos podrían incluir guisantes, frijoles, lentejas, semillas y nueces. Cada porción debe proporcionar al menos 17 gramos de proteína dietética, que es un tercio de la necesidad diaria de proteína (50 g diarios de proteína dietética). Las otras dos comidas contendrían cada una 17 g de proteína dietética de fuentes animales como carnes, aves, mariscos y productos lácteos. Una opción más popular es hacer un batido con un polvo de proteína vegetal. Consumir una comida proteica vegetal diariamente en forma de batido o cualquier otra opción podría compensar los riesgos para la salud (por ejemplo, reducir el riesgo de diabetes, enfermedades cardíacas, cáncer) y los riesgos ambientales (por ejemplo, menor uso de tierra, agua y productos químicos).
Conclusión: Describimos una forma práctica de incorporar un batido de proteínas de origen vegetal a la dieta diaria. Este enfoque puede ser adoptado fácilmente por el público para mejorar la salud humana y reducir el impacto ambiental del consumo de proteínas animales. Los profesionales de la salud pueden fomentar esta conducta y destacar los beneficios para sus pacientes.