Sur G, Sporis D, Kudor-Szabadi L y Samasca Gabriel
Los superantígenos son un grupo de proteínas capaces de activar un gran número de clones de linfocitos T diferentes. Son potentes activadores de las células T CD4+, que provocan una proliferación rápida y masiva de células y la producción de citocinas. La administración de superantígenos puede mejorar significativamente las respuestas inmunitarias antitumorales ineficaces, lo que da lugar a una inmunidad antitumoral protectora potente y duradera. Los superantígenos son más conocidos por el papel que desempeñan en las enfermedades. Algunos estudios sostienen que en la esclerosis múltiple los superantígenos pueden inducir recaídas graves y activar células T autorreactivas que no participan en el brote inicial de la enfermedad. Los superantígenos son producidos por microbios patógenos (bacterias, virus y micoplasma) en las células y luego se liberan fuera de las células como toxinas maduras. Hay dos tipos de superantígenos: endógenos (víricos) y exógenos (bacterianos). Escapan del procesamiento intracelular uniéndose directamente al MHC II, fuera del sitio convencional donde se unen los antígenos. La interacción de los superantígenos con los linfocitos T puede producir la inhibición de la respuesta celular a la energía. Los superantígenos pueden estar involucrados en la apoptosis de las células T. Los superantígenos más conocidos son: enterotoxinas A y B de Staphylococcus aureus y las exotoxinas AG de Streptococcus, proteína M de la pared de Streptococcus, exotoxinas producidas por Clostridium perfringens, Yersinia enterocolitica. Recientemente se ha comprobado que los superantígenos juegan un papel importante en la patología humana, con un efecto dramático sobre el sistema inmunológico. Estas moléculas están involucradas en varias enfermedades, tales como: síndrome de shock tóxico, enfermedad de Kawasaki, eczema, psoriasis guttata, artritis reumatoide, diabetes mellitus, escarlatina, pólipos nasales.