Dr. Mohammad Salim Al-Rawashdeh y Dr. Hani Abdulkareem Akho Rshaidah
Las revoluciones de la Primavera Árabe variaron según el entorno social y la naturaleza de cada régimen gobernante, y según el grado de civilidad en los entornos circundantes, el impulso para alcanzar los objetivos de la revolución fue más rápido cuando se trazan los rasgos de tales revoluciones. Las revueltas de Túnez y Egipto fueron las que tomaron forma más rápidamente a pesar del aparente control y fuerza de la clase gobernante, cuya lealtad y conexiones con las instituciones que brindaban seguridad al régimen no traspasaban las fronteras profesionales, aunque algunos funcionarios de estas instituciones obtuvieron múltiples méritos materiales a nivel individual. La historia nos dice que las sociedades no pueden superar sus problemas a menos que los afronten directamente. El derrocamiento de un régimen autoritario de larga data no es el final de un proceso de democratización, sino su comienzo. Incluso los experimentos democráticos fallidos suelen ser etapas positivas críticas en el desarrollo político de los países, épocas en las que se empieza a erradicar los legados sociales, culturales y económicos antidemocráticos del pasado. Demasiados observadores interpretan hoy los problemas y los reveses como señales de que no está en juego un resultado democrático estable. Pero acontecimientos tan violentos y trágicos como la Revolución Francesa, el colapso de la democracia italiana y alemana de entreguerras y la Guerra Civil estadounidense no fueron pruebas de que los países en cuestión no pudieran crear o sostener democracias liberales; fueron partes cruciales del proceso mediante el cual esos países lograron precisamente ese resultado. El pesimismo generalizado sobre el destino de la Primavera Árabe es casi con certeza infundado. Por supuesto, Oriente Medio tiene una mezcla única de atributos culturales, históricos y económicos, pero lo mismo ocurre con todas las regiones, y hay pocos motivos para esperar que el mundo árabe sea una excepción permanente a las reglas del desarrollo político. El año 2011 fue el amanecer de una nueva era prometedora para la región, y en el futuro será visto como un hito histórico, aunque los rápidos río abajo serán turbulentos.