Juan Zabetakis
En la actualidad, existe una creciente controversia sobre la asociación entre la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 (PUFA) y la aparición de enfermedades cardiovasculares (ECV) en humanos. Algunos estudios sugieren que el consumo de pescado azul conduce a mayores niveles de PUFA omega-3 y, por lo tanto, a un pronóstico cardiovascular favorable. Estos puntos de vista han sido respaldados por datos epidemiológicos evaluados por metaanálisis y se han relacionado con niveles más altos de ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico (DHA). Clínicamente, los hombres que consumen pescado azul al menos una vez a la semana tuvieron una incidencia 50 por ciento menor de enfermedad cardíaca coronaria (CHD) y muerte cardíaca súbita (SCD). Sin embargo, desde el punto de vista mecanístico, aún no sabemos cómo funcionan los PUFA omega-3. Su mecanismo postulado para prevenir la aterosclerosis podría ser mediante la reducción de los niveles de triacilglicerol, la prevención de arritmias, la disminución de la agregación plaquetaria o la reducción de la presión arterial [1].