José Veselka
La primera ablación septal con alcohol (ASA) se realizó hace más de 20 años (1994); desde entonces, se ha convertido en una técnica ampliamente utilizada para el tratamiento de pacientes altamente sintomáticos con miocardiopatía hipertrófica obstructiva. Se ha demostrado que la contracción del tabique basal posterior al procedimiento como resultado de la cicatrización miocárdica se acompaña de una disminución de la obstrucción ventricular izquierda, regresión de la hipertrofia ventricular izquierda dentro del primer año posterior al procedimiento, mejora de la función diastólica y reducción del grado de insuficiencia mitral. Todos estos cambios se acompañan de un alivio significativo de los síntomas. Aunque hay evidencia bastante limitada de supervivencia a largo plazo posterior al procedimiento, todos los estudios presentados son consistentes en la baja incidencia de muerte súbita y pronóstico similar con la población general de la misma edad y sexo. Recientemente, los estudios que abordaron pacientes levemente sintomáticos y pacientes más jóvenes demostraron el resultado alentador a largo plazo de los pacientes con ASA. Además, se ha demostrado que una obstrucción residual post-ASA es un predictor independiente de una peor evolución postprocedimiento.