Darío Furnari*, Sébastien Lagree
El masaje o tacto es dar bienestar a través del tacto, del cuerpo. Un bienestar no solo físico, sino también neuronal, social, reescribiendo circuitos neuronales y mejorando la plasticidad sináptica. Con esta imagen quiero destacar el arte del masaje, las técnicas manuales, la rehabilitación y también el movimiento y la psicología. En un momento de incertidumbre quiero dar certezas; lo que volveremos a infundir de nuevo bienestar. Este es el tema de nuestra investigación. Demostramos científicamente cómo tanto el masaje como el método grande son fundamentales para un mejor desarrollo cognitivo, así que por favor envíame el material en privado. Si quieres puedes; eres un ser pensante y mientras piensas, piensa en grande. Imagina, crea, emociona y expándete. Reinvéntate creando la mejor versión de ti mismo. Ahora imagina y crea la realidad deseada. La amígdala, un grupo de núcleos en forma de almendra ubicado en el sistema límbico, en lo profundo de los lóbulos temporales mediales del cerebro, es la jefa a la hora de procesar y almacenar recuerdos de diversas emociones. De hecho, la amígdala experimenta emociones incluso antes que el cerebro consciente. La activación repetida de la respuesta al estrés hace que la amígdala sea más reactiva a las amenazas aparentes, lo que estimula la respuesta al estrés, lo que a su vez activa aún más la amígdala, y así sucesivamente, en un círculo vicioso. La amígdala ayuda a formar “recuerdos implícitos”, rastros de experiencias pasadas que se encuentran bajo el reconocimiento consciente. A medida que la amígdala se vuelve más sensible, tiñe cada vez más esas memorias implícitas con residuos intensificados de miedo, lo que hace que el cerebro experimente una ansiedad continua que ya no tiene nada que ver con las circunstancias en cuestión. Al mismo tiempo, el hipocampo, que es fundamental para desarrollar “recuerdos explícitos”, registros claros y conscientes de lo que realmente sucedió, se desgasta por la respuesta al estrés del cuerpo. El cortisol y otros glucocorticoides debilitan las sinapsis en el cerebro e inhiben la formación de otras nuevas. Cuando el hipocampo está debilitado, es mucho más difícil producir nuevas neuronas y, por lo tanto, crear nuevos recuerdos. Como resultado, las experiencias dolorosas y temerosas que registra la amígdala sensibilizada se programan en la memoria implícita, mientras que el hipocampo debilitado no logra registrar nuevos recuerdos explícitos.