Brimah, Aminu N, Bolaji, Ibrahim A, Ibikunle, Owolabi H
Es un lugar común que el ciudadano medio nigeriano no ve la política como un acto de administración social, sino de autogestión, tras haber visto la serie de locuras que exhibe la administración de nuestros dirigentes. Para empeorar la situación, el poder judicial y los medios de comunicación, considerados la última esperanza del ciudadano común, emiten juicios ridículos en litigios políticos y alaban al gobierno de turno. El caso de las asambleas legislativas es incluso terrible, porque todo el dinero que se habría invertido en el desarrollo social va a parar a sus arcas. Este artículo examina las dimensiones de la corrupción de nuestros dirigentes en la administración social. Se maravilla de la forma en que los políticos tratan a los ciudadanos en general, a quienes pretenden estar en el poder por su propio bien. Sin embargo, sostiene que para que el país experimente un desarrollo significativo es necesario volver a analizar nuestra democracia para que el ciudadano común disfrute de los dividendos de la democracia.