Nikita Tiwari*
La fibrosis quística, también conocida como FQ, es una enfermedad hereditaria potencialmente mortal, no curable, autosómica recesiva y de naturaleza crónica. Casi 100.000 personas de la población mundial padecen esta enfermedad en la actualidad y se encuentra con mayor frecuencia en caucásicos. La FQ es causada por mutaciones en los genes CETR, que es el gen regulador transmembrana de la fibrosis quística.
En esta enfermedad, la mucosidad se vuelve espesa y se acumula en los órganos asociados con el sistema respiratorio y el tracto gastrointestinal, como los pulmones, los senos nasales, el páncreas, el intestino, el árbol hepatobiliar, los conductos biliares, etc., lo que provoca deshidratación y anomalías en los canales de cloruro en las células secretoras de moco y sudor, lo que provoca problemas en el tracto gastrointestinal y respiratorio. Aumenta el riesgo de tumores malignos y cáncer en el tracto gastrointestinal y pancreatobiliar y pancreatitis recurrente o aguda, lo que afecta al intestino. El sistema respiratorio se ve muy afectado en esta enfermedad y los riesgos de bronquitis, asma, neumonía y varias otras alergias transmitidas por el aire son muy altos.