Walid M Gamal, Mohamed Ibrahim and Hesham Aboloyoun
Antecedentes: El síndrome de robo complica el acceso en un número cada vez mayor de pacientes con insuficiencia renal crónica (IRC). Los procedimientos quirúrgicos (banda o ligadura de fístula) para tratar este problema han demostrado ser completamente insatisfactorios debido a la pérdida del acceso recientemente creado a través de la ligadura o el intento de salvamento al aumentar la resistencia dentro de la fístula.
Objetivo: Determinar los resultados de la técnica DRIL en el tratamiento del síndrome de robo en pacientes con IRC.
Métodos: Se realizó un estudio retrospectivo (2015 a 2017) en 49 pacientes que se quejaban de síndrome de robo (de 1200 pacientes con IRC) con edades que oscilaban entre 35 y 71 años (media = 57 años) después de obtener el consentimiento informado por escrito. Veintinueve pacientes eran mujeres (59,1%) y 20 (40,9%) eran hombres. Estos sujetos se han sometido al procedimiento DRIL en los Departamentos de Cirugía Vascular, Hospitales Universitarios de Qena y Assiut. Se realizó una angiografía preprocedimiento en la mayoría de los casos. Se enumeraron las características de los pacientes, los factores de riesgo, los tipos de fístulas y las indicaciones para la cirugía. También se determinaron los resultados clínicos del procedimiento, el acceso arteriovenoso (AVA) y la permeabilidad del injerto de derivación.
Resultados: El AVA, que provocó el síndrome de robo, estaba ubicado proximalmente en el brazo (braquiocefálico en 14, braquiobasílico en 14 y protésico braquioaxilar en los 21 pacientes restantes). Los síntomas de robo comprendían dolor en la mano, deficiencia neurológica y ulceraciones gangrenosas. El procedimiento fue técnicamente eficaz en todos los sujetos. Se logró una liberación rápida y total del dolor en 43 (87,7%) de los 49 pacientes. Un paciente (2%) con gangrena se sometió posteriormente a una amputación transmetacarpiana. Ningún paciente requirió amputación de la mano. Durante el seguimiento (rango 0,5 ± 17 meses) se realizó hemodiálisis continua utilizando el AVA en 40 sujetos. La trombosis del AVA se había producido en 8 (16,3%) sujetos solo después de DRIL. Se encontró una diferencia significativa entre la diabetes y la aparición del síndrome de robo (valor p < 0,05) y también entre el tipo de fístula (FAV protésica) y el síndrome de robo (valor p < 0,05). Seis sujetos murieron por otras causas no relacionadas con el procedimiento realizado.
Conclusión: En ciertos sujetos, la técnica DRIL es un método seguro y eficiente para tratar el síndrome de robo. La durabilidad del AVA no se ve afectada por este procedimiento. La angiografía preoperatoria antes y después de la compresión manual del AVA es esencial para la selección adecuada de los pacientes en los que el beneficio se obtendrá principalmente mediante el procedimiento realizado.