Antoine Malek
Durante los primeros meses del embarazo, la exposición a la cocaína puede aumentar el riesgo de aborto espontáneo. Más adelante en el embarazo, el consumo de cocaína puede causar desprendimiento de placenta. El desprendimiento de placenta puede provocar sangrado grave, parto prematuro y muerte fetal. Las mujeres que consumen cocaína durante todo el embarazo tienen mayor riesgo de parto prematuro y malformaciones congénitas. Además, los bebés también pueden tener una cabeza más pequeña y su crecimiento puede verse obstaculizado. Los bebés expuestos a la cocaína más adelante en el embarazo pueden nacer dependientes y sufrir síntomas de abstinencia, como temblores, insomnio, espasmos musculares y dificultades para alimentarse. Los efectos de la exposición prenatal a la cocaína (PCE) se han examinado en bebés y niños pequeños en múltiples dominios del desarrollo (p. ej., crecimiento, inteligencia, lenguaje, motricidad, atención y neurofisiología). Los estudios revelaron que en la mayoría de los dominios, los efectos neurobiológicos de la PCE juegan un papel sutil, con efectos no mayores que otros teratógenos conocidos o factores ambientales. Las asociaciones entre la PCE y los resultados negativos del desarrollo se atenuaron típicamente cuando los modelos incluyeron condiciones que comúnmente ocurren junto con la PCE (por ejemplo, exposición al tabaco o al alcohol, desnutrición, mala calidad de la atención). Algunas investigaciones sugieren que pueden surgir dificultades de aprendizaje a medida que el niño crece. También son posibles defectos en los genitales, los riñones y el cerebro. El objetivo de esta revisión es proporcionar información sobre la exposición prenatal y el impacto asociado en la función placentaria y los resultados del embarazo.