Jason A. Domashevskiy y Artem V. Domashevskiy
La circuncisión es la cirugía más polémica que se practica en el mundo hoy en día. Aproximadamente el 38% de la población masculina mundial ha sido circuncidada, sobre todo durante los períodos neonatal y prepubescente. La circuncisión se practica regularmente en todos los países islámicos, Israel y los Estados Unidos; los Estados Unidos son el único país que circuncida regularmente a sus niños por razones no religiosas. Ningún organismo mundial de salud defiende la circuncisión antes de la edad adulta. La circuncisión infantil de rutina viola la Política de las Naciones Unidas sobre Integridad Genital, el juramento hipocrático que toman los médicos y las reglas para el consentimiento sustituto para la cirugía. Los estudios no han demostrado beneficios de la circuncisión durante el período neonatal, y solo beneficios potencialmente marginales más adelante en la vida. La decisión de los padres de circuncidar a su hijo es una clara violación del derecho de los niños a crecer de forma natural. Los prejuicios culturales y religiosos sirven para convertir el tema de la circuncisión en un tabú, donde un ataque a la misma se considera un ataque a la cultura estadounidense o la libertad de religión. Desde el punto de vista ético, la elección es clara: mantener al niño sano física y mentalmente hasta que alcance la mayoría de edad, momento en el que podrá decidir por sí mismo si se le circuncida o no. Hacer lo contrario es alterar irrevocablemente el cuerpo y la mente del niño, destruyendo el derecho más básico, el derecho a la integridad física.