Ángela Haczku
La sensibilidad alimentaria es una reacción alérgica anormal a los alimentos. Los síntomas de la reacción alérgica pueden variar de leves a graves. Pueden incluir irritación, engrosamiento de la lengua, regurgitación y diarrea, urticaria, dificultad para respirar o pulso bajo. Esto suele ocurrir en el espacio de minutos a varias horas después de la exposición. Cuando los síntomas son graves, se denomina hipersensibilidad. Una intolerancia alimentaria y una contaminación alimentaria son afecciones aisladas, no causadas por una reacción alérgica. Las hipersensibilidades alimentarias suelen tener un inicio repentino que puede incluir picor en la boca, los labios, la lengua, la garganta, los ojos, la piel u otras zonas, hinchazón (angioedema) de los labios, la lengua, los párpados o toda la cara. Dificultad para tragar, secreción o congestión nasal, voz ronca, sibilancias y falta de aire, diarrea, dolor de estómago y calambres abdominales, mareos, desmayos, náuseas y vómitos. Los efectos secundarios pueden variar. La cantidad de alimentos que se espera que desencadenen una reacción también varía. Una de las alergias alimentarias más conocidas es la sensibilidad a los cacahuetes, un miembro de la familia de las legumbres. Las alergias a los frutos secos pueden ser graves, pero los niños con alergias a los frutos secos a veces las superan con la edad. Los frutos secos, como las almendras, las nueces de Brasil, los anacardos, los cocos, las avellanas, las nueces de macadamia, las nueces, los pistachos, los piñones y las nueces pecanas, también son alérgenos comunes. Las víctimas pueden ser sensibles a un fruto seco concreto o a varios. Los cacahuetes y las semillas, como las semillas de sésamo y las semillas de amapola, se pueden preparar para extraer aceites, pero pueden estar disponibles cantidades moderadas de proteínas que provoquen una reacción alérgica.