Mariam Hassan, Hanan Sheikh Ibrahim, Samer Ellahham
Una revisión profunda de la literatura basada en evidencia revela un aumento drástico de la incidencia del infarto de miocardio (IM). A medida que la población mundial envejece, la frecuencia de eventos coronarios adversos aumenta proporcionalmente. Se han enumerado los factores de riesgo modificables y no modificables que contribuyen al desarrollo del IM, y se sabe que las secuelas que pueden seguir son aún más perjudiciales. Sin embargo, es imperativo reconocer que el manejo de los pacientes con IM no solo gira en torno a su salud cardiovascular, sino que está regido por muchas otras preocupaciones aparentemente superfluas, algunas de las cuales caen bajo el paraguas de la fragilidad. Una fusión de la identificación de la fragilidad y la apreciación de su papel posterior en el pronóstico y el manejo es revolucionaria. Esto demuestra aún más la necesidad de una colaboración considerable entre los geriatras que deliberan meticulosamente sobre la atención integral por excelencia de los ancianos, así como los cardiólogos cuyo objetivo es optimizar la función cardíaca, la supervivencia y la calidad de vida. Por lo tanto, el objetivo de esta minirevisión es reflexionar sobre una herramienta de evaluación validada y adoptarla para diagnosticar la fragilidad y hacer un pronóstico en los pacientes con infarto de miocardio. Esto permitirá formular planes de tratamiento individualizados que puedan reducir las tasas de morbilidad y mortalidad por todas las causas.