Nitin Singh, Bharan Sihar, Asha Mehra, Arshiya Pal
Mientras el mundo es testigo de la epidemia de COVID-19, una enfermedad causada por un nuevo coronavirus, el SARS-CoV-2, la genética emergente y las evidencias clínicas sugieren una vía similar a las del SARS y el MERS. Una cascada de partículas virales ingresa al cuerpo a través de la nariz, los ojos o la boca. La respiración lleva algunas de estas partículas al tracto respiratorio inferior, donde las proteínas de la espiga del coronavirus, actuando como una llave, se bloquean en las células epiteliales que recubren el tracto respiratorio, así como en las de los sacos de aire de los pulmones. El SARS-CoV-2 puede pasar desapercibido durante más tiempo que muchos virus de la gripe o coronavirus y sus proteínas de la espiga pueden entrar desbloqueando la proteína ACE2 en las células pulmonares. Una vez dentro, secuestran la maquinaria celular, se replican, se multiplican e infectan las células adyacentes. Al igual que las proteínas ACE2 que definen las células epiteliales, los virus también tienen una firma reveladora en su superficie llamada antígenos y detectarlos es lo que pone en acción al sistema inmunológico produciendo anticuerpos. Los investigadores revelan que una amplia gama de células inmunes reaccionan al COVID-19 y ayudan a la recuperación, hallazgos que podrían informar el desarrollo de una posible vacuna.