IVANA HALUSKOVA BALTER
Las bacterias, virus, parásitos y hongos resistentes a los fármacos causan 700.000 muertes al año. En 2050, las superbacterias resistentes a los tratamientos podrían causar hasta 10 millones de muertes al año y costarle a la economía mundial 100 billones de dólares. (1)
La resistencia a los antimicrobianos (RAM) se considera hoy una amenaza importante para la salud pública mundial. El problema está recibiendo atención política de alto nivel (por primera vez en 2017, el G7 y el G20). Las pandemias, la resistencia a los medicamentos y las enfermedades desatendidas enmarcan la salud como un "problema de seguridad mundial". Un ejemplo reciente es el coronavirus y, anteriormente, el ébola.
La lista se elaboró con el objetivo de orientar y promover la investigación y el desarrollo (I+D) de nuevos antibióticos, como parte de los esfuerzos de la OMS para combatir la resistencia a los antimicrobianos, pero es necesario ampliarla.
La tuberculosis (MDR/XDR) y la tuberculosis latente representan un problema importante que debe abordarse y atrae la atención mundial, como lo demuestran las recientes reuniones de la OMS y de varios ministerios , y figuran en la agenda económica dada la importancia de la salud para el crecimiento económico sostenible en este mundo interdependiente y envejecido.
El problema de la resistencia se ha agravado debido a la disminución del número de nuevos antibióticos y al número limitado de nuevas clases (2). Se requiere una estrategia multifacética para promover y priorizar alternativas de gran potencial para abordar la RAM, como el desarrollo de vacunas. Vacunas como la de la difteria y el tétanos no generaron resistencia. En 1980, la vacuna contra la viruela había erradicado el virus que circulaba naturalmente en todo el mundo sin generar resistencia. El desarrollo reciente de LATV para la tos ferina muestra un efecto positivo fuera del objetivo en el que no solo juegan un papel los anticuerpos, sino también la inmunidad innata y celular.
Además, la introducción de vacunas vivas, como la del sarampión y la BCG, se ha asociado con una reducción de la mortalidad mucho mayor que la que puede explicarse mediante la prevención de las infecciones específicas.
El desarrollo reflexivo e innovador de vacunas que tengan en cuenta la microbiota del huésped (el “superorganismo” y la interacción inmunitaria) y el entrenamiento del sistema inmunitario vinculado con varias enfermedades inflamatorias y autoinmunes abren un gran camino para el desarrollo futuro. (4)
Un diagnóstico y una vigilancia precisos con una mejor comprensión de los antecedentes genéticos e inmunológicos de la respuesta específica del huésped y de la evolución del patógeno impulsan una investigación exitosa de vacunas adaptadas a cada país.