José rey
El sangrado intracerebral representa el 15% de los accidentes cerebrovasculares. Sus causas incluyen hipertensión, angiopatía amiloide cerebral, ruptura de anomalías vasculares, infiltración en cánceres cerebrales importantes o metastásicos, coagulopatías (debido al uso de anticoagulantes y agentes trombolíticos), efecto de medicamentos simpaticomiméticos (anfetaminas, fenilpropanolamina y cocaína) y vasculitis. El cuadro clínico refleja tanto los efectos generales del aumento del factor de presión intracraneal como las deficiencias neurológicas que resultan de la ubicación específica del sangrado. Su diagnóstico se basa en la tomografía computarizada, que identifica el sangrado como una masa de alto debilitamiento dentro del tejido cerebral, y en imágenes de resonancia magnética, que también evalúa la edad del sangrado al identificar muestras consecutivas de cambio del átomo de hemoglobina dentro del hematoma. La mortalidad en el sangrado intracerebral está sujeta al tamaño y la ubicación del hematoma [1]