Joush Peter*
La lepra es una enfermedad infecciosa crónica que causa lesiones cutáneas graves y deformantes y daño a los nervios de los brazos, las piernas y las zonas cutáneas de todo el cuerpo. La lepra existe desde tiempos inmemoriales. Los brotes han afectado a personas de todos los continentes. Sin embargo, la lepra, también llamada enfermedad de Hansen, no es tan infecciosa. Se puede contraer solo si se entra en contacto cercano y repetido con gotas para la nariz y la boca de una persona con lepra no tratada. Los niños tienen más probabilidades de contraer lepra que los adultos. La lepra, también llamada enfermedad de Hansen, es una enfermedad infecciosa crónica causada por Mycobacterium leprae, una bacteria que prefiere la piel y los nervios. Al menos uno de los tres síntomas principales describe clínicamente la enfermedad: manchas cutáneas hipopigmentadas o eritematosas con pérdida inequívoca de la sensibilidad, nervios periféricos engrosados y bacterias cortas corrosivas identificadas en frotis de piel o material de biopsia. M. leprae contamina esencialmente las células de Schwann en los nervios periféricos, lo que provoca daño nervioso y el desarrollo de discapacidades. A pesar de la menor prevalencia de la enfermedad por M. leprae en los países endémicos tras la implementación del programa de tratamiento con múltiples fármacos (TDM) por parte de la OMS para tratar la lepra, las tasas de detección de nuevos casos siguen siendo altas, lo que demuestra una transmisión dinámica. La vulnerabilidad a las micobacterias y el curso clínico de la enfermedad se atribuyen a la respuesta inmune del huésped, que proclama la auditoría de la inmunopatología de esta desconcertante infección.