Aleksandr Kaipov*, Marcos A Sanchez-Gonzalez, Ross W May, Rhaisa Dumenigo y Juan D Oms
Antecedentes: El objetivo del presente estudio fue (i) examinar la afectividad positiva y negativa, su tasa de cambio, especificidad de género y (ii) explorar la asociación entre la autoevaluación de la salud, el número de enfermedades crónicas, la memoria y el estrés mental.
Métodos: Los datos obtenidos del Estudio Longitudinal de Generación se utilizaron para evaluar a los participantes en intervalos de 3 años desde 1985 hasta 2000. Se evaluaron el afecto positivo y negativo junto con la autoevaluación de la salud, la morbilidad, la memoria y el estrés mental.
Resultados: Se consideró para el análisis un total de 2024 participantes (de 16 a 99 años; 57% mujeres). Los modelos de crecimiento lineal mostraron que tanto el afecto positivo como el negativo disminuyen a lo largo de las generaciones. No hubo diferencias entre géneros para el afecto positivo; el afecto negativo disminuyó en mayor grado en las mujeres que en los hombres. Las autoevaluaciones de la salud aumentaron a lo largo de la vida sin diferencias de género. La morbilidad aumentó; la memoria no cambió a lo largo de las generaciones en ambos géneros. El estrés mental no cambió a lo largo de las generaciones, pero fue mayor en las mujeres. Una menor autoestima se asoció con un mayor afecto negativo y una caída más profunda del afecto positivo en etapas posteriores de la vida. Una mayor morbilidad se asoció con un menor afecto positivo. El empeoramiento de la memoria se asoció con una disminución del afecto positivo. El estrés mental fue un factor predictivo de un menor afecto positivo y un mayor afecto negativo.
Conclusión: La posible influencia desfavorable de la disminución del afecto positivo con la progresión de la vida se equilibra con la disminución concomitante del afecto negativo. El afecto negativo parece ser más independiente de la morbilidad somática que el afecto positivo y tiene una mayor especificidad de género al ser menor en las mujeres.