Manjsuha V
Aproximadamente 18 millones de personas padecen depresión, por lo que puede considerarse un trastorno de salud muy prevalente con un impacto psicosocial notable. El embarazo y el puerperio son períodos caracterizados por variaciones hormonales notables en el organismo. La desregulación de estos ejes endocrinos (HPA) tiene una probable relación con los trastornos del estado de ánimo. Aproximadamente entre el 10 y el 15 % de las mujeres padecen depresión en esta etapa, lo que afecta a las interacciones madre-hijo. El apego materno, la sensibilidad y el estilo de crianza son esenciales para una maduración saludable de las habilidades cognitivas y conductuales de un bebé. Un niño expuesto a síntomas depresivos tiene un sentido social o una seguridad deteriorados, un razonamiento lógico reducido y es un factor de alto riesgo de depresión futura. Es imperativo descubrir los mecanismos a través de los cuales la depresión materna contribuye a numerosos problemas en los niños. Numerosos problemas etiológicos juegan un papel que es definitivamente modificable. Los esfuerzos deben centrarse en aislar aquellos factores que son de naturaleza causal y disminuyen el resultado de este evento. Se trata de una preocupación creciente para los profesionales de la salud y la comunidad en todo el mundo, ya que tiene un impacto masivo en los niños. En general, una barrera para buscar ayuda profesional en estas situaciones es la incapacidad de la víctima de revelar sus síntomas por miedo al ridículo, que a menudo refuerza la sociedad. Por lo tanto, observar a los pacientes que se detectan por depresión y tratarlos adecuadamente en el momento preciso les permite avanzar hacia una vida saludable.