Suzu Tachibana
Las colaboraciones microorganismo-microorganismo o microorganismo-tienen el proceso crítico para colonizar y establecerse en una amplia gama de condiciones. Estas colaboraciones incluyen todos los aspectos biológicos, incluidos los cambios fisicoquímicos, el intercambio de metabolitos, la transformación de metabolitos, el marcado, la quimiotaxis y el intercambio genético que conduce a la determinación del genotipo. Además, la base en el medio ambiente depende de la diversidad de especies, ya que una alta repetición funcional en la red microbiana aumenta la capacidad crítica de la red, disminuyendo la posibilidad de que un intruso se establezca en ese medio. Por lo tanto, estas colaboraciones son el resultado de una acción de codesarrollo que impulsa la transformación y especialización, permitiendo el control de diversas especialidades, al disminuir el estrés biótico y abiótico o al intercambiar factores de crecimiento y marcado. Las colaboraciones microbianas ocurren por el intercambio de información subatómica y genética, y numerosos factores pueden estar asociados a este intercambio, por ejemplo, metabolitos secundarios, sideróforos, sistema de detección de la mayoría, desarrollo de biopelículas y movimiento de transducción celular, entre otros. Una unidad definitiva de colaboración es la articulación cualitativa de cada ser vivo en función de una mejora natural (biótica o abiótica), que es responsable de la creación de átomos asociados a estas colaboraciones. En este sentido, en el presente estudio, nos centramos en algunos componentes subatómicos involucrados en la cooperación microbiana, no solo en la comunicación microbiano-humana, que ha sido abusada por diferentes estudios, sino también en la metodología subatómica utilizada por varios microorganismos en el medio ambiente que puede equilibrar la base y la estructuración de la red microbiana.