Lewis D. Friedlander
Introducción: El objetivo de este informe fue examinar si existen correlaciones en pacientes con síndromes de oclusión isquémica de la vena central de la retina y estrechamientos significativos de las arterias oftálmicas. Además, queríamos ver si una técnica mínimamente invasiva podría indicar con precisión la baja perfusión arterial orbitaria y predecir qué pacientes pueden beneficiarse de la angiografía cerebral. Al identificar las lesiones de la arteria oftálmica proximal que pueden contribuir a la hipoperfusión retiniana y la pérdida visual grave, la revascularización de la arteria oftálmica puede ser una recomendación razonable en casos seleccionados. Un paciente que se sometió a revascularización experimentó una mejora espectacular de la función visual y la morfología de la retina. Si la enfermedad de la arteria oftálmica demuestra ser un hallazgo relativamente constante en la enfermedad oclusiva de la vena central de la retina isquémica, se podrían ofrecer técnicas de intervención.
Métodos: En nueve pacientes con oclusión isquémica de la vena central que tenían pérdida visual repentina o rápidamente progresiva, se obtuvieron estudios de perfusión coroidea y angiografía cerebral. Se utilizó reflectometría de fondo binocular en todos los pacientes para evaluar la perfusión coroidea. También se evaluaron OPG y ODM en cada paciente. Se utilizó angiografía cerebral con especial atención a los detalles del llenado orbitario con el uso de vistas de sustracción y magnificación. En todos los pacientes se descartaron otros factores metabólicos, lesiones que causan lesiones productoras de efecto de masa y factores cardíacos como causas inusuales de síndromes de oclusión isquémica de la vena central. Además, cada paciente fue evaluado por antecedentes presentes o pasados de infecciones oculares. En uno de los pacientes que sufría pérdida visual progresiva rápida con diagnóstico de oclusión isquémica de la vena central de la retina y tenía un estrechamiento focal proximal identificable de la arteria oftálmica, se realizó un bypass microquirúrgico de la arteria oftálmica para revertir la hipoperfusión.
Resultados: Todos los pacientes tuvieron un estudio negativo para otros factores cardíacos, metabólicos y radiológicos que podrían causar un cuadro de oclusión isquémica de la vena central de la retina. Ningún paciente tenía evidencia de infección ocular o antecedentes de infección ocular. Todos los pacientes tenían anormalidades de perfusión indicadas por reflectogramas anormales en el lado afectado. Tres de los nueve pacientes tenían anormalidades contralaterales de perfusión ocular según BFR. En cada uno de estos casos, la arteriografía indicó anormalidades de la arteria oftálmica en el lado opuesto que explicarían la perfusión anormal indicada por BFR. En seis de los nueve casos, se pudo identificar una anomalía focal definida en la porción orbital proximal de la arteria oftálmica. En los otros tres casos en los que no se pudo ver una lesión obstructiva proximal definida, se observó evidencia clara de enfermedad arterial difusa distal. Estas anomalías incluyen un estrechamiento abrupto del llenado del tronco principal de la arteria oftálmica, un llenado lento o ausente del rubor coroideo y la falta de visualización de las ramas ciliares o distales de la arteria oftálmica, como las arterias lagrimal y supraorbital. En el paciente que se sometió a la derivación de la arteria oftálmica, se observó una mejora espectacular y sostenida de la agudeza visual y de los campos visuales, así como la resolución de las hemorragias y la congestión retinianas en la oftalmoscopia.
Conclusiones: Los síndromes de oclusión isquémica de la vena central de la retina que se presentan como pérdida visual repentina y grave pueden tener estrechamientos significativos de la arteria oftálmica orbitaria que pueden detectarse mediante tecnología mínimamente invasiva. La reflectometría del fondo de ojo binocular parece ser un indicador sensible de baja perfusión ocular y valioso para seleccionar pacientes para la arteriografía. Estas lesiones estenóticas pueden explicar significativamente la disminución de la perfusión y pueden pasar desapercibidas a menos que se busquen sistemáticamente. Algunas de estas lesiones pueden ser tratables mediante revascularización microquirúrgica que puede resultar en una mejoría visual. La identificación de un síndrome de oclusión isquémica de la vena central de la retina consistente ampliaría en gran medida nuestra capacidad para tratar este trastorno. Puede resultar útil correlacionar la perfusión ocular y la anatomía de la arteria oftálmica al evaluar y clasificar la oclusión isquémica de la vena central de la retina.