Antonio Gomes de Resende-Neto
El envejecimiento se asocia con una variedad de cambios multisistémicos que influyen en la disminución de los niveles de aptitud neuromuscular. Estas pérdidas disminuyen la resiliencia fisiológica y aumentan la vulnerabilidad a las enfermedades crónicas. Como tal, las estrategias de tratamiento son necesarias para la promoción de la salud y el bienestar de las personas mayores. En un intento por satisfacer esta necesidad, el entrenamiento de fuerza funcional es una intervención que se utiliza a menudo para mejorar la fuerza y la morfología muscular. Sin embargo, las relaciones dosis-respuesta basadas en evidencia con las variables clave del entrenamiento físico (por ejemplo, intensidad, volumen, velocidad de movimiento, frecuencia y estrategias de adhesión) no están claras en la literatura científica. Por lo tanto, el propósito de esta actualización es proporcionar una descripción general de las investigaciones actuales y sugerir recomendaciones para la aplicación del entrenamiento de fuerza funcional a las personas mayores. Teniendo en cuenta las condiciones de análisis, se puede sugerir que un programa de entrenamiento adecuadamente diseñado para el adulto mayor debe incluir un enfoque funcional, trabajando con dos a tres series en uno a dos ejercicios por grupo muscular, alcanzando intensidades del 70%-85% de una repetición máxima en movimientos corporales que se asemejen a las actividades cotidianas, 2 a 3 sesiones semanales, incluyendo ejercicios de fuerza realizados a máxima velocidad concéntrica también con intensidades moderadas (40%-60% de una repetición máxima) y teniendo como premisa básica las adaptaciones neuromusculares.