Mansoor Ahmad Dar, Rayees Ahmad Wani, Mushtaq Ahmad Margoob, Inaamul Haq, Rajesh Kumar Chandel, Arshad Hussain, Khurshid Ahmad Bhat, Irfan Ahmad Shah, Yasir Hassan Rather, Majid Shafi Shah, Altaf Ahmad Malla y Bilal Ahmad Bhat
El estrés traumático se conoce desde hace siglos y los niños constituyen un grupo importante de personas que lo padecen. Se han realizado vastas investigaciones sobre el estrés traumático para demostrar la relación causa-efecto. El trastorno de estrés postraumático (TEPT) se ha reconocido como consecuencia de un trauma y se ha vinculado invariablemente con él. Además del TEPT, se han atribuido multitud de psicopatologías a los traumas infantiles. Los efectos a corto plazo de los traumas infantiles se estudian en profundidad, pero los efectos a largo plazo están sujetos a una variedad de factores de riesgo y de protección. Se ha demostrado que el maltrato infantil y otros traumas acumulativos causan un espectro de trastornos de ansiedad y trastornos del estado de ánimo, además de otros; en contraste con los traumas individuales de la infancia que se presentan principalmente como TEPT como patología. El retrauma en la edad adulta de estos niños traumatizados a temprana edad parece ser un factor de riesgo para el TEPT y otras patologías. Se ha demostrado que se producen cambios neurobiológicos significativos (estructurales y genéticos) en adultos con experiencias traumáticas infantiles. La resiliencia ha sido significativa y se ha observado que está más desarrollada en niños con una crianza eficaz, familias estables, apoyo social adecuado, espiritualidad y sentido del humor. La autoestima positiva, la flexibilidad del ego y el control excesivo del ego son medidas protectoras. Es necesario identificar y promover estas prácticas protectoras en los niños, con especial énfasis en aquellos que han experimentado estrés traumático.