Doctor en Medicina Howard Murad
Nuestros teléfonos reconocen las formas de nuestra cara mejor que nuestros amigos. El consumo digital está reemplazando el contacto humano. Incluso cuando estamos juntos, enviamos mensajes de texto en lugar de hablar. Si la conexión personal se clasificara como un recurso sostenible, podríamos plantear la hipótesis de que no es renovable y es fugaz, es decir, rápida. ¿Cómo es que, en esta era en la que estamos más conectados que nunca, nos sentimos más solos? Los avances tecnológicos, el mayor tiempo frente a la pantalla y la interconexión digital han creado colectivamente una falsa sensación de conexión y un nuevo tipo de estrés: el estrés cultural (SC) y su síndrome generalizado y reconocible clasificado como síndrome de ansiedad por estrés cultural (SACC).