Giovanni Cimmino, Salvatore Fischetti y Paolo Golino
Abstracto
La formación aguda de trombos es el sustrato fisiopatológico subyacente a varias enfermedades clínicas, como el síndrome coronario agudo (SCA) y el accidente cerebrovascular. La activación de la cascada de coagulación es un paso clave del proceso trombótico: la lesión vascular da como resultado la exposición del factor tisular (TF) glicoproteico a la sangre que fluye. Una vez expuesto, el TF se une al factor VII/VIIa (FVII/FVIIa) y, en presencia de iones de calcio, forma un complejo terciario capaz de activar FX a FXa, FIX a FIXa y el propio FVIIa. El paso final es la formación de trombina en el sitio de la lesión vascular con la posterior activación de plaquetas, conversión de fibrinógeno a fibrina y, en última instancia, la formación de trombos.
Las plaquetas son células clave en la hemostasia primaria. Durante años se las ha considerado sólo como fragmentos celulares que participan en la hemostasia primaria y sobre los cuales se ensamblan los factores de coagulación en el proceso de formación del trombo. Sin embargo, los avances recientes en la fisiopatología de las plaquetas han demostrado que estas células son capaces de regular su expresión génica y proteica, realizar síntesis proteica de novo y liberar diferentes mediadores con efectos paracrinos que pueden interferir en diferentes funciones celulares.
La modulación farmacológica de ambos lados de la trombosis, la cascada de coagulación y la activación plaquetaria, es de gran importancia clínica. Varios ensayos clínicos han demostrado claramente la eficacia de la anticoagulación y/o la antiagregación plaquetaria en diferentes trastornos trombóticos. Este artículo tiene como objetivo revisar los avances recientes en las dos caras de la trombosis centrándose en el papel emergente de las plaquetas no solo como componentes formadores de coágulos, sino destacando su participación en el sistema inflamatorio-inmunitario, así como en la modulación de diferentes funciones celulares.