Gary Blick* y Jeannette M. Wraight
Treinta y seis años después de que se informara de los primeros casos de lo que se conocería como enfermedades relacionadas con el sida, el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ha infectado a más de 70 millones de personas, ha matado a casi 35 millones y ha dejado a 36,7 millones de personas que viven con el VIH (PVVIH). Conscientes de que, sin una rápida ampliación de la terapia antirretroviral, la epidemia del VIH/SIDA seguiría superando la respuesta mundial hasta finales de 2015, la “Estrategia acelerada 90-90-90” de ONUSIDA de 2014 ha sentado las bases para una estrategia de desarrollo mundial para los 15 años siguientes, que incluye poner fin a la epidemia del sida para 2030. Para lograr este ambicioso objetivo, el número de nuevas infecciones mundiales por VIH debe reducirse a menos de 500.000 al año.
La clave para lograr la estrategia “90-90-90” es la estrategia “Test and Treatment” adoptada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero, para tener éxito, será necesario informar, empoderar, movilizar y comprometer a todas las poblaciones marginadas y vulnerables seropositivas. Existen numerosos desafíos que deben abordarse de manera realista y enormes barreras que deben superarse para lograr poner fin al VIH como amenaza para la salud mundial. Comprender, combatir y superar el estigma y la discriminación relacionados con el VIH sigue siendo uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentamos.