Jean-Louis Vincent
Muchos pacientes ingresados en la unidad de cuidados intensivos (UCI) no tienen esperanzas de sobrevivir y reciben un tratamiento “inútil”. Cuando un paciente ya no es capaz de decidir (de modo que ya no tiene autonomía), administrar un tratamiento inútil va en contra de los otros tres principios éticos fundamentales: beneficencia, no maleficencia y justicia distributiva. Continuar con tratamientos inútiles tiene un impacto en el paciente y su familia, pero también en otros pacientes y en la sociedad en su conjunto. En tales situaciones, el objetivo de los cuidados intensivos ya no debería ser maximizar las posibilidades de que el paciente tenga una buena calidad de vida al ser dado de alta, sino más bien proporcionarle una muerte digna y cómoda. Una vez que se ha tomado la decisión de que la intervención es inútil, se deben retirar todos los tratamientos en curso, excepto las medidas de confort. Una buena y continua comunicación con la familia y todos los miembros del equipo de atención médica es un aspecto esencial para asegurar el mejor proceso de muerte posible. En este artículo, exploraremos esta área compleja y trataremos de brindar respuestas a algunas de las cuestiones difíciles involucradas, incluyendo cómo se puede reconocer la inutilidad, quién debe determinar que un tratamiento adicional es inútil y qué se debe hacer una vez que se ha decidido que un tratamiento adicional es inútil en un paciente en particular.